02 junio 2006

La ratita presumida (versión bruce lee, amos, japo)

Las neuronas me patinan en época de exámenes, me desfasan cantidad y, gracias a ello, pude comprender lo de la nebulosa de Saussure en la parte filosófica de lengua (ya os podéis imaginar cómo me afectan los exámenes). Puede que por eso en época de exámenes y de estrés en general suelen ser para mí épocas de abundancia de ideas (a cual más paranoicas) y de tramas de novelas que lo más probable es que nunca vean la luz (léase: soy una floja). Aquí os dejo una muestra de ello; es mi versión de la ratita presumida XDDDD.

La ratita presumida (by Spich)

Érase una vez, una ratita samurái. Po zí, que pasa, era samurái. Entonces un día, cuando estaba en una casa limpiándola de cadáveres para no dejar huellas (porque si no la encontraban los del CSI de la guardia imperial), se encontró que una de sus víctimas, la que había matado con más saña, una medalla de la Virgen del Rocío de oro macizo, y como éso no era muy típico por esos lares y al muerto le iba a dar lo mismo, se la mangó.

Le dieron por ella una moneda de las grandes y, como además de samurái era presumida, para ésos días en los que quería arreglarse más, se compró un lazo para la cola.

Entonces vino su abuelo y le dijo: pequeño saltamontes, yo te ataré ése lazo de la suerte.

y ella contestó: abuelo!! que no soy tu sobrino!!! que soy la ratita!!

el viejo estaba to sordo y cegato perdío, y además pasaba del tema, y siguió con su rollo. como quería que tuviera mucha suerte, ató el lazo muy fuerte, y se quedó sin circulación en el rabo.

La ratita cada vez tenía más dolores en el rabo, que estaba inflamado y de color morado. No se lo podía desatar, porque su abuelo le había puesto el lazo con el nudo especial de la grulla, que solo sabía desatar él (y tuvo tan mala suerte que la palmó horas después de atarle el dichoso nudo)

Total, que entre el mosqueo y el dolor, se volvió una ratita muy violenta (más aún) y se cargaba a todo bicho viviente que se pusiera por medio. Un día fueron a encargarle una misión, pero al ponérsele por delante, la ratita mató a su jefe también.

Había un perro enamorado de ella, pero más que un perro parecía una gallina, de cobarde que era. Un día se enteró que un gato la rondaba para camelarla (y también comérsela de paso, pero eso sólo lo sabía el gato y ahora nosotros). Eso le dio valentía y se le declaró, pero no a la ratita, que le daba miedo, sino al gato. Mientras el gato se reía del perro, apareció la ratita y los mató a los dos, mientras ponía caras extrañas, movimientos extraños y haciendo JIÁ!, porque hablaban muy alto y no podía dormir. No importaba que fueran las 6 de la tarde, y punto.

El gato y el perro murieron. La ratita... sigue viva y con más ansias asesinas que nunc... AAAAAAAAgh!

FIN

2 comentarios:

Spich dijo...

se me olvidó decir que la imagen es de Alicia Suárez

Irene Chaparro dijo...

eso eso, derechos de autor. y la historia me suena, no sé xq.. próximamente... LA HISTORIA INTERMINABLE, jajaa